El portugués quiere volver a Galicia
La Xunta sigue sin ofrecer clases en los institutos a pesar del aumento de la demanda en los últimos años y de la proximidad lingüística con el gallego
RAÚL RÍOS Santiago de Compostela 13 JUL 2012 - 19:42 CET2
“El gallego tiene una gran utilidad y es que, sabiendo gallego, te puedes comunicar con más de 200 millones de habitantes. Excluído el chino, después del inglés y del español, está el portugués”. No es una cita del profesor Carvalho Calero, ni de Castelao, ni de Isaac Díaz Pardo o cualquier otro galleguista. Es lo que contestaba el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en una entrevista que le realizaron en el canal Intereconomía, preguntado por el “problema” que suponía para los niños dar algunas asignaturas en gallego.
La cuestión no es nueva, por sorprendente que pueda parecer escucharla en boca del presidente que redujo las clases en gallego al 33% o que votó en contra de una propuesta no de ley del BNG para introducir el portugués como segunda lengua extranjera en 2011. Durante los dos últimos siglos la mayoría de las élites intelectuales de Galicia defendieron los vínculos que guarda el idioma propio con la lusofonía. El escritor y periodista Álvaro Cunqueiro ya auguraba en 1970 que para el año 2000 el gallego sería hablado “por 200 millones de personas”, contando todos los países lusófonos. El de Mondoñedo se quedaba algo corto, pues el portugués tiene ya más de 250 millones de hablantes (el 3,6% de la humanidad), siendo la cuarta lengua más hablada del globo.
El pasado 25 de junio la Mesa del Parlamento admitía a trámite una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) con el nombre de Valentín Paz-Andrade, el escritor y empresario homenajeado este año en el Día das Letras Galegas. Sus promotores deben recoger 15.000 firmas para que se debata en el Hórreo la opción de incluir clases de portugués en la enseñanza obligatoria y aprovechar los vínculos del gallego con la lusofonía. El empresario pontevedrés ya veía el potencial económico del gallego como herramienta comunicativa mundial con la que se pueden entender millones de personas, “aunque lo hablen con distinto acento o escriban de forma diferente cierto número de vocablos”.
Y es que, a la hora de hacer negocios, el portugués es cada vez más importante. Brasil, uno de los ocho países en los que es oficial, es ya la quinta economía más grande del mundo. Un estudio del Banco Espírito Santo de Portugal cuantifica que la lusofonía supone, en términos económicos, un 4,6% del PIB mundial, además de ser la lengua del 2% de las relaciones comerciales de todo el planeta. “En los currículos que llegan a la empresa es muy frecuente que la gente ponga que sabe portugués, aunque no tenga ningún título, solo por ser gallegos”. José Ramom Pichel es el responsable de imaxin|software, la única empresa gallega que desarrolla software directamente para Microsoft. Pichel, después de ir a Brasil en viajes de negocios, subraya la importancia no solo de entender, sino también de dominar una lengua y sus variantes a la hora de generar confianza: “El trato personal es fundamental en el mundo de la empresa. Allí el gallego es una ventaja”.
“El portugués es como un gallego más culto. Estudiando portugués aprendo nuevas palabras gallegas que no conocía”. Es la impresión de Sabela, una joven alumna que empezó recientemente un curso de portugués en la Escuela Oficial de Idiomas de Santiago y que, en una semana, percibe que “no hay casi diferencias entre gallego y portugués”. Para su profesor, Ângelo Meraio, un gallego parte con casi todo el camino andado a la hora de aprender este idioma.
El dominio de una lengua se mide a través de cuatro destrezas: la expresión escrita y oral (activas) y la comprensión escrita y oral (pasivas). "Un gallego, sin ningún tipo de aprendizaje previo, casi domina la comprensión escrita y oral". Eduardo Sanches, también profesor, comparte que la mayor dificultad del portugués está a la hora de aprender la fonética de otras zonas. Por el resto, "alguien con buen nivel de gallego culto parte ya de un punto muy avanzado".
Con menos de 2.000 estudiantes de portugués el curso pasado —que ya supusieron un incremento del 18% con respecto al año anterior—, el común de los gallegos está aún lejos de explotar al máximo las potencialidades del idioma de Camões. Los expertos del ámbito lusófono y las entidades que trabajan con el portugués coinciden en el diagnóstico: falta apoyo institucional. Desde organismos como la Associaçom Galega da Língua, la Academia Galega da Língua Portuguesa o la Asociación de Profesores de Lengua Portuguesa en España también coinciden en la cura: el primer paso es introducir el portugués en la enseñanza. Con la ILP Paz-Andrade se abre esta opción, si es que los gallegos quieren que el portugués se vuelva a acercar de nuevo a la tierra donde nació.
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